viernes, 12 de diciembre de 2008

“LA AVENTURA DE SER DOCENTE”

Por: Rigoberto Patiño Vidal

Mi formación profesional es la de Químico farmacobiologo, y en esa línea disciplinaria no incluía la de ser maestro o formador de personalidades, sin embargo a lo largo de 27 años de ejercer el papel de docente los cuales me han hecho reflexionar y me doy cuenta que definir el rol de un docente es bastante complicado. Primero, porque tendría que plasmar cada paso y tiempo que he pasado en contacto cotidiano con los alumnos, el ambiente y la dinámica escolar. También han sido años de condiciones de trabajo poco estimulante en algunas ocasiones y en otras me han dejado gratas experiencias y satisfacciones, por lo que vale la pena seguir en el camino, ambas situaciones me han enseñado a que ser maestro no es nada más cubrir un horario de trabajo, ni cumplir con los contenidos de un programa, es ir más allá y adquirir la misión encomendada con responsabilidad respondiendo a las necesidades que los alumnos proponen o exigen, aún cuando la diferencia de edades nos impide empatizar con esas necesidades. Hoy me doy cuenta que a pesar de la ignorancia e indiferencia que a veces me invade, el desinterés por el estudio de los alumnos, ser testigo y protagonista principal del proceso de enseñanza es una experiencia invaluable como la recompensa de encontrar a exalumnos que con una expresión de júbilo muestran su agradecimiento premiándome con ello al esfuerzo realizado a lo largo de tantos años.

Lamentablemente también como docente de nivel medio superior, los maestros nos enfrentamos ante poderosos competidores como la televisión, los juegos de video, y ya tan común desintegración familiar, la influencia de la delincuencia, violencia y el ocio, las nuevas tecnologías apropiadas en sentido totalmente opuesto o negativo a la enseñanza, que impiden captar el interés de los alumnos a nuestro cargo. ¿Cómo lograr superar ese desinterés que conlleva frecuentemente a la indisciplina, rebeldía o altanería de algunos jóvenes en el aula? ¿La ignorancia o indiferencia de los padres de familia que no corrigen ni estimulan? parece que todo esto es luchar contracorriente, sin embargo existe como lo señala el autor Esteve, José M. (2003) en su ponencia “La aventura de ser maestro”, marca que existe la comunicación la interacción para ganarse la confianza de los alumnos, para dejar de sentirse el “Profesor ideal” y reflexionar sobre las limitaciones que poseo.
Ante este panorama desolador, el ser maestro me ha llenado de orgullo cuando soy invitado a formar parte de la conciencia de uno de mis alumnos o alumnas que buscando ayuda en sus momentos de desolación, quieren a alguien para entablar una comunicación que libere sus emociones o frustraciones y que mi consejo le sirva para superar sus temores y angustias, es un ejemplo de esos momentos que me siento satisfecho de ser el único apoyo con el que cuentan estos alumnos.

En otras ocasiones, he aprendido que es necesario canalizar el sentido de la motivación del alumno, para lograr que supere obstáculos que bloquen el interés hacia los aprendizajes, ya que su visión está dirigida a cosas y enfoques diferentes a las que pretendemos en el aula. El verdadero trabajo consiste en cambiar el sentido de las prioridades de un alumno hacia donde queremos.
Ser maestro es despertar el deseo de ayudar a nuestros semejantes, de abrir sus inteligencias, de acompañarlos en su proceso para llegar a ser hombres de bien.

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